En las publicaciones anteriores hemos visto cómo colocar los colores en el círculo cromático e identificar colores análogos y complementarios. En esta ocasión vamos a ver cómo usar los COLORES CÁLIDOS y los COLORES FRÍOS.
Al tener un nombre tan intuitivo, resulta fácil deducir a qué se refiere cada uno: los colores cálidos son los amarillos, rojos y naranjas. El fuego es la referencia más clara para recordar estos colores. En cambio los azules y violetas serían los colores fríos. Podemos pensar en agua o hielo para recordarlos rápidamente. Los verdes estarían en una especia de limbo entre unos y otros. Dependiendo de la cantidad de amarillo o de azul que utilicemos, los verdes tenderán a ser cálidos o a ser fríos. Ahora que los hemos identificado, veamos cómo utilizarlos.
Pongamos color a esta ilustración hecha para la ocasión.
Lo primero que hay que tener un cuenta es que los colores cálidos tienden A ACERCAR mientras que los colores fríos tiendes A ALEJAR. Veámoslo con un ejemplo muy sencillo. Utilicemos sólo 2 colores: uno cálido y uno frío. Veamos qué sucede cuando los usamos de acuerdo con este principio: cálidos para acercar y fríos para alejar.
Fíjense de qué manera tan sencilla conseguimos el efecto esperado. Pero como en el arte no hay normas firmes e inflexibles – pues todo va sujeto siempre a la intención del artista – veamos qué ocurre si utilizamos los colores cálidos y fríos de manera CONTRARIA a este concepto.
Observen que el efecto es diferente pero igualmente carismático. Insisto en señalar que no hay una opción correcta y otra incorrecta sino la intención de usarlos conscientemente de una manera o de otra. Llegados a este punto, seguiremos avanzando según nos guste más una opción u otra.
Aquí pueden ver la ilustración algo más terminada pero siguiendo el mismo principio: cálidos para acercar y fríos para alejar. Justo abajo el ejemplo inverso y vean como a pesar de usarlos “al revés” sigue teniendo un encanto.